Una vez en Zaragoza, llovieron
caramelos. Los caramelos. Eran blandos como bolas de algodón y de todos los
sabores: regaliz, menta, fresa...
Un niño se metió en la boca un caramelo, para ver lo que
pasaba y encontró que sabía a regaliz. Otro niño probó otro caramelo que le sabía a coca-cola. ¡Son
caramelos! ¡Son caramelos!
Todos los niños por las calles comenzaron a llenarse los
bolsillos de caramelos.
En el patio del recreo los niños empiezan a comer caramelos y
sus caras cambian a un color fluorescente.
Los que comen caramelos con sabor a limón, su cara amarilla.Los que comen caramelos con sabor a fresa, su cara roja.
Los que comen caramelos con sabor a mora, su cara violeta.
Los que comen caramelos con sabor a coca cola, su cara marrón.
Los que comen caramelos con sabor a menta, su cara verde.
Los que comen caramelos con sabor a naranja, su cara anaranjada...
Los niños van a llamar al profesor para que les viera la
cara. Todos se rieron mucho.
¡¡Fue un gran día!!
La gente espera que lluevan más caramelos pero la nube no ha
vuelto a pasar jamás ni por Zaragoza ni por Huesca ni por Teruel.
Adaptación de Isaac, Karla, Lucía y Santiago